sábado, 28 de marzo de 2015

Tanta alegría*

             Antes de que Susana Díaz disolviera el Parlamento Andaluz y convocara elecciones, el PSOE, que no había ganado las elecciones anteriores, disponía para llevar a cabo sus propósitos con IU, el partido más afín al suyo de todo el espectro político. Como gobernaba en coalición, el PSOE no podía hacer todo lo que quería ni de la forma que quería, pues estaba lógicamente limitado por la voluntad de IU. Susana Díaz justificó la convocatoria precisamente en esa limitación, para poder llevar a cabo su programa con total libertad, para darle estabilidad al Gobierno andaluz.

                El resultado de las elecciones, a tenor de lo que nos muestran los medios de comunicación, ha sido muy satisfactorio para Susana Díaz y para todo su partido. Yo, sin embargo, no entiendo tantas alegrías, pues veo al PSOE andaluz en peor situación que antes.

                Veamos: antes, el PSOE tenía un aliado natural, aunque incómodo (IU), y un adversario natural (PP), perfectamente definidos, uno para pactar con él y otro para fijar sobre él la causa de sus males. El escenario anterior estaba protagonizado por esos tres partidos, en el que tenía una posición tan predominante el PSOE que bien podía identificárselo con el sistema mismo (especialmente en el ámbito rural), como ocurre en el País Vasco con el PNV. El PSOE ha conseguido un triunfo enorme sobre los otros dos partidos del escenario anterior, IU y PP, pero con ello sólo ha conseguido eliminar al que te puede ayudar y al que echarle las culpas.

En el escenario nuevo, con los mismos diputados que antes, Susana Díaz tendrá que vérselas con una oposición más fragmentada, pero en la que todos serán sus adversarios y estarán unidos frente a ella. No podrá contar con IU, despechada y bajo mínimos, no podrá hacerlo con Podemos, porque en Andalucía el PSOE es el sistema y Podemos es el antisistema, y no podrá hacerlo con el PP, porque para el PSOE sería como pactar con el diablo. A Susana Díaz no le queda otra alternativa que contar con Ciudadanos, pero ya ha dicho Albert Rivera que antes de llamarlos por teléfono tienen que dejar su escaño Chaves y Griñán, que son los mentores de Susana, lo que da idea del nivel de exigencia que puede encontrar en este partido.

                Cualquiera que haya estado metido en política sabe que es muy complicado gobernar en minoría. ¿Cree de verdad, Susana Díaz, que es más estable un gobierno de minorías que un gobierno de coalición? ¿Cómo se las arreglará ella, que no viene de una cultura de pactos, para pactar hasta la última ley? ¿Qué pasará cuando haya que aprobar los presupuestos, y cuando el Parlamento Andaluz decida crear comisiones de investigación que investiguen de verdad, y cuando haya que nombrar a los miembros de órganos que dependen del Parlamento?


                Hay derrotas que se gestionan mejor que el triunfo, y si no que se lo pregunten a Javier Arenas. O que se lo pregunten a Susana Díaz dentro de unos cuantos meses.

                * Publicado en el semanario La Comarca

sábado, 21 de marzo de 2015

Desconcierto*

              Está claro que en el momento actual lo que más demanda la sociedad de sus políticos es que se apliquen a sí mismos lo que pretenden que hagan los otros. Pero no parece que ellos se den cuenta y, en lugar de curar sus enfermedades, siguen a lo de siempre, señalando la enfermedad del vecino. De esa manera, no es de extrañar que todos parezcan enfermos, e incluso que parezca enfermo el sistema. Y, de esa manera, no es de extrañar que crezcan en las encuestas los recién llegados, a los que difícilmente se les pueden achacar vicios relacionados con el ejercicio del poder. E incluso que crezcan los partidos que pretender cambiar el sistema, como si fuera el sistema, y no los partidos, los que tienen la culpa  de lo que pasa.

                La llegada de los partidos nuevos está generando, además, un desconcierto añadido en los partidos establecidos. De ellos, el que parece más perdido es IU, cuyo espectro ideológico ha sido totalmente ocupado por Podemos. IU está en el mismo borde del sistema, por la izquierda, y se ha visto perjudicado por la súbita irrupción de un partido de izquierdas que señala, desde la izquierda, la enfermedad del sistema y su consiguiente superación como remedio. Y ello a pesar de que era uno de los partidos establecidos que menos poder había tocado. A las alturas en que estamos, aún no sabemos muy bien cómo acabará la alianza entre Podemos e IU, a la que este último parece estar condenado en condiciones desventajosas.

                El PSOE ha pretendido luchar contra la irrupción de Podemos, que le quitaba votos por la izquierda, intentando ganarse al electorado situado más hacia ese lado, es decir, escorándose a la izquierda, con lo que ha dejado desguarnecido el flanco derecho, por el que ahora crece Ciudadanos, aupado por el voto de los que en un principio pensaban abstenerse o de los que pensaban votar al PP tapándose las narices. El PSOE, que no ha hecho gran cosa por lavar sus miserias, no está entendiendo que los votos de los extremos son pocos y difícilmente se mueven, en tanto que los votos situados en el centro son muchos y cambian de partido. No está entendiendo, en fin, que las elecciones no se ganan con más votos por los extremos, sino consiguiéndolos por el centro.


                El PP era el que mejor lo tenía, pues al alejarse el PSOE hacia la izquierda le había dejado a él todo el centro y toda la derecha. Era un terreno demasiado grande, sin embargo, para no abarcarlo sin contradicciones. Además, tampoco ha hecho mucho por limpiar sus vergüenzas. El caso es que entre el PSOE y el PP ha aparecido Ciudadanos, con un mensaje que participa del moral laica de la izquierda y de la economía liberal, al que una buena parte de la ciudadanía está adscrita de hecho en su vida diaria, aunque ella no lo sepa. En el centro, ya digo, es donde está la mayoría de los votos. Si Ciudadanos logra transmitir al electorado de ese sector que su voto será útil, el futuro que le aguarda puede estar lleno de escaños. 

* Publicado en el semanario La Comarca

lunes, 9 de marzo de 2015

Invertir en el vecino*

Alguien me preguntaba el otro día por qué Alemania y otros países de la Unión Europea están ayudando a países como Grecia, y yo, tras contestarle, hice un paralelismo entre Europa y Los Pedroches. En realidad –le dije–, a todo el mundo le interesa llevarse bien con sus vecinos y que estos sean ricos, porque todo el mundo es o vendedor o potencial vendedor de algo. Le interesa a Alemania, que exporta numerosos productos, a un país eminentemente turístico, como España, y a un pueblo eminentemente comercial, como Pozoblanco. Lo que ocurre es que no todo el mundo tiene ni la visión ni el valor de invertir en el desarrollo de los demás.

Pozoblanco, por ejemplo, no lo tiene. Pozoblanco vive, esencialmente, de Los Pedroches. Los habitantes de Los Pedroches van a Pozoblanco a recibir toda clase de servicios públicos y privados y a comprar. Y, sin embargo, aunque todo el mundo es consciente de ello, Pozoblanco nunca ha adoptado un papel activo en el desarrollo de sus vecinos, aunque tiene muchos más potencial que ellos para hacerlo. Es más, se ha limitado a contribuir con sus cuotas a las mancomunidades a las que pertenecía y, en ocasiones, a pagarlas como si estuviera haciéndoles un favor a sus socios, solo porque esas cuotas eran más elevadas.

Más elevadas, especifico, en términos absolutos (ya que Pozoblanco tiene una población mayor que los demás pueblos), pero no en términos relativos. De hecho, cuando esa persona a la que me referí al principio me preguntó qué podía hacer Pozoblanco por el desarrollo de sus vecinos, yo le puse el ejemplo de la Mancomunidad de Caminos. Los Pedroches es una comarca eminentemente ganadera, y para una explotación ganadera es muy beneficioso contar con un buen camino de acceso.

Es cierto que el mantenimiento de los caminos es una obligación municipal, de forma que cada ayuntamiento debe mantener los caminos de su municipio, pero dado lo poco que supone el IBI de rústica y que las aportaciones no las hacen los propietarios, son los vecinos del pueblo los que han de costear finalmente ese servicio, aunque un gran número de fincas sean, por lógica, de habitantes de pueblos mayores. Pues bien, en tanto que un vecino de Pozoblanco paga 10,53 euros en 2015 por mantener la Mancomunidad de Caminos, un vecino de Torrecampo, por ejemplo, paga 38,65 euros por ese mismo concepto. Y hay más: como Pozoblanco paga más, puede arreglar más caminos.

Las consecuencias directas están claras: los caminos de Pozoblanco están mejor arreglados que los del resto de pueblos, pero como el resto de los ayuntamientos tienen reticencias para destinar las máquinas de la Mancomunidad al arreglo de caminos que no dan a fincas de sus vecinos, los vecinos de Pozoblanco que tienen fincas en otros términos suelen utilizar caminos en muy mal estado. Hay una consecuencia indirecta: dado que hay más gente que pierde que gente que gana, pierde el conjunto, y con el conjunto pierden los que viven de prestar servicios o vender productos, es decir, pierden especialmente muchos habitantes de Pozoblanco que tienen en esos menesteres su forma de vida.

* Publicado en el semanario La Comarca

martes, 3 de marzo de 2015

Cuanto más grande es el dolor...

Los partidos políticos no le exigen a los electores capacidad de sacrificio, sino que le prometen un eterno presente de vino y de rosas. Las campañas electorales son como colosales mercados al aire libre donde los candidatos ofrecen a voz en grito sus servicios, que son gratis y con regalos. El sacrificio viene después del “después” de la mano de los ganadores, es decir, después del desastre y después de las elecciones que suceden al desastre.

Hasta que el desastre se desencadena, la filosofía del carpe diem reina por completo en numerosos Gobiernos y se transforma en instalaciones públicas sobredimensionadas o que no sirven para nada, en grandes fiestas colectivas, en megaproyectos culturales o deportivos, en subvenciones para todos, en edificios que no se pueden mantener, en actividades y servicios cuyo único retorno para la sociedad es el puesto de trabajo de quienes se encargan de ellos o en ayudas sociales desproporcionadas con las posibilidades del país, además de en puestos de trabajo para los amigos o los correligionarios, en coches de empresa y chóferes y en catering multitudinarios después de cada acto social.

En todo caso, ¿qué importa el futuro si hay elecciones mañana?

Pero el futuro llega y en el futuro está la realidad, aparte de las elecciones.

Cuando estalla la burbuja del bienestar, la realidad se llena de ciudadanos desarmados contra las nuevas circunstancias. Los ciudadanos, no los partidos, son los primeros que se topan con ella. En la realidad están los desahucios, la explotación laboral, la emigración de los jóvenes, el cierre de las empresas y el paro.

La realidad sólo llega a los que no gobiernan cuando gobiernan. Hasta ese momento, les puede más la demagogia y ofrecen alternativas imposibles para ganarse el aprecio de los electores. Por algo, cuanto más grande es el dolor, más difícil es el consuelo, pero es más cómodo hacer germinar la semilla del sectarismo.


El problema de la cuadratura del círculo se resuelve fácilmente desde fuera. Por eso, en lugar de sembrar el camino de razón y sosiego, los perdedores soliviantan a las masas doloridas prometiéndoles más bienestar por menos.