sábado, 29 de marzo de 2014

Sabor agridulce



         No es el momento. Ahora, no. Pero algún día habrá que hablar largo y tendido de los trenes que hemos perdido buscando que pare el tren que hoy ha parado por primera vez en Los Pedroches. 


Hoy es un día para alegrarse. Que sea para bien. 

 
http://solienses.blogspot.pt/2014/03/imagine-este-dia-de-otro-modo.html
Imagen muy expresiva extraída de la página "Solienses", a la que se puede enlazar pinchando encima

miércoles, 19 de marzo de 2014

El mejor momento de nuestra vida



            “Estamos en el mejor momento de nuestra vida”, nos dijo una amiga el otro día. Contemplábamos la quieta lámina de agua del impresionante pantano de La Serena desde los bancos que hay junto al merendero de Peñalsordo, cuyos alrededores están parcialmente inundados. Era por la tarde, hacía una temperatura espléndida y lucía un sol muy tierno. Estábamos moderadamente cansados, después del paseo que nos habíamos dado desde la estación de Belalcázar, y se nos notaba felices, tras las cervezas fresquitas que nos habíamos tomado nada más llegar al bar restaurante “La Paloma” de ese pueblo y de la charla con que nos habíamos alimentado mientras comíamos.



            “Estamos en el mejor momento de nuestra vida”, aseguró convencida. Venía a cuento porque no dejábamos de hacer proyectos para días como aquel. Tenemos que ir a tal sitio, y a ese otro, y al otro también, todos lugares cercanos, todas misiones cortas, baratas y posibles. A la propuesta de uno se sucedía la de otro, y detrás de esa venía otra enseguida, como si el amable discurrir de aquel día pudiera repetirse hasta el infinito.

 

            “Poned fecha. No habléis tanto y poned fecha”, dijo otra amiga. Había que concretar, en efecto, los proyectos, para fijarlos a la realidad. Había que poner fechas para obligarse a cumplir con la sin obligación, para ponerle límites a los compromisos que no gustan y, especialmente, a los relacionados con el trabajo. No en vano, la sin obligación también necesita de un compromiso, aunque sea mínimo. No es como esos actos sociales que precisan de mucha preparación, de trajes a medida y de regalos caros. Para la sin obligación basta con un poco queso y la bota de vino o, como nos ocurrió a nosotros el otro día, con un par de huevos fritos con patatas y una tapa de bacalao.

               Todos los que íbamos teníamos hijos mayores, jóvenes que seguramente nos ven como a viejos y que piensan que sólo ellos están en el mejor momento de su vida. Se equivocan: la que llevaba razón era mi amiga. Llevaba razón porque, como le escribí a Carmen una vez, la de hoy es siempre la mejor edad. Al menos, yo intuí que a eso se refería. 

miércoles, 12 de marzo de 2014

De Villanueva del Rey a El Entredicho




            Según el Google Maps, entre Pozoblanco y Villanueva del Rey hay 47,9 kms, que se tardan en recorrer 41 minutos. Un paseo, como quien dice. Y a pesar de ello, pocos pueblos hay menos conocidos para los habitantes de Los Pedroches que Villanueva del Rey, en el que la mayoría de ellos no ha estado nunca.

          Yo miré en el mapa buscando una ruta que partiera de Villanueva del Rey y me encontré con un sendero que llevaba hasta El Entredicho, una de las tres aldeas que tiene el municipio de Belmez (las otras son El Hoyo y Doña Rama). Según el citado Google Maps, el camino que une ambas localidades por el itinerario más corto tiene algo menos de seis kilómetros, que se pueden hacer en poco más de una hora. Yo lo he recorrido dos veces en las últimas dos semanas. Una solo, y la otra con mis amigos de caminatas, a quienes puse en antecedentes de lo hermoso del paisaje, en especial en estos últimos días del invierno, que tiene en flor a los árboles más impacientes.
Al fondo,  Villanueva del Rey

             De entre ellos, los más abundantes por aquellos parajes son los almendros. Los hay a lo largo de todo el camino, pero especialmente en los campos más cercanos a Villanueva del Rey, que puede fotografiarse punteado de blanco por delante y por detrás mientras se sube la loma con que se inicia la ruta, que al principio discurre entre algunas huertas. 
             El itinerario sólo tiene esa dificultad, y es muy escasa. Mientras se corona y mientras se baja uno sigue gozando del placer de ver el paisaje enmarcado entre las flores. Así se ve, por ejemplo, la localidad de Belmez, que otras veces aparece como emergida de los sembrados. Y así se ve las más lejana localidad de Peñarroya-Pueblonuevo, a cuyos pies se dibuja la línea azul del pantano de Sierra Boyera. A doña Rama, en cambio, apenas se la vislumbra entre el bosque de dehesa.
Al fondo, Belmez
             La dehesa, que alterna con algunos cultivos de cereal cuando el terreno se vuelve llano, está aquí muy bien conservada. Hay encinas magníficas, de gran porte y mucha copa, a cuya sombra cabe con holgura un rebaño de ovejas de muchas cabezas. Las ovejas son los animales que más se ven. Ovejas de lana limpia y mucho lustre que por esta época están pariendo. Aunque también se ven (y se huelen) algunos cerdos ibéricos.
 
Al fondo, Peñarroya-Pueblonuevo

            La ruta lleva irremediablemente a la CO-7403, que no tiene apenas tráfico, por la que el caminante deberá andar a lo largo de un kilómetro, y por la CO-6407, por un trayecto más corto aún y con menos tráfico. Ahora no hay un camino que lleve directamente al pueblo, aunque quizá lo hubo, según nos contó una señora en El Entredicho, antes de que las vías públicas dejaran de ser útiles como vías públicas y se alambraran.
             El Entredicho parece mucho más pueblo de lo que podría indicarnos el número de sus habitantes (menos de 20), pues tiene bastantes casas y muy bien conservadas (algunas de ellas muy grandes) y sus calles están perfectamente pavimentadas y limpias, lo que podría indicarnos que sirve de alojamiento de temporada a muchos de los que fueron sus habitantes, a la manera que lo es un pueblo turístico. En algunas de sus casas se han utilizado tinajas como elemento ornamental y en la entrada del pueblo por la carretera de Belmez hay otras dos tinajas, una con la bandera de Andalucía y otra con la bandera de España. Cuando le pregunté a un señor por tal proliferación de vasijas grandes, me contestó que era porque en tiempos hubo en el pueblo varios lagares. Una de las calles, en efecto, se llama así, Lagares, y luego he descubierto que también se llama así una casa rural.
El Entredicho
             Yo no me paré a comer el día que fui solo, pero los amigos sacamos nuestras viandas y nuestra bota y nos pusimos a comer, a beber y a charlar en pleno centro de la aldea, sentados sobre la acera, que por allí es muy alta. Los dos días fueron espléndidos y en ambos me detuve a pensar en lo que había sentido y en lo que había aprendido yéndome a apenas cuarenta minutos de mi casa.

viernes, 7 de marzo de 2014

Lisboa



                Para meternos en ambiente, un amigo tuvo el buen acuerdo de ponernos en el autocar que nos llevaba a Lisboa una grabación del programa Documentos, de Radio Nacional de España, sobre la Revolución de Los Claveles, de 1974. Según se decía en él, los gobernantes de la dictadura seguían temiendo por aquel tiempo una invasión de España, lo que los obligaba a tener militares disponibles en la metrópoli a pesar de que estaban desarrollando varias guerras en las colonias. Algo después de un año de la Revolución, el 27 de septiembre de 1975, con ocasión de las protestas contra los últimos fusilamientos del franquismo, se produjo el asalto y la destrucción de la embajada de España en Lisboa, un hecho singular que no se dio en ninguna otra parte del mundo, salvo en la misma Portugal, donde fueron atacados los consultados de Oporto y Évora. Todavía hoy, una parte de la sociedad portuguesa reivindica la soberanía de las poblaciones de Olivenza y Táliga, de la provincia de Badajoz, que, sin embargo, muy pocos españoles saben ubicar en la Historia y en el mapa.


                Por decirlo de otro modo, mientras los portugueses vivían hasta hace poco temiendo a los españoles y teniéndolos como enemigos, los españoles vivían de espaldas a Portugal y a los portugueses. Una realidad estúpida, ajena por completo a los intereses de ambas sociedades, que se va borrando con la desaparición de la frontera urdida artificialmente a lo largo de la Historia, como he podido comprobar en mis últimos viajes a Portugal, de los que he dado cuenta en esta página.



                El viajero que –como nosotros hicimos durante el pasado fin de semana– se adentre en Portugal no nota gran diferencia con España. Para los españoles, Portugal es un extranjero light poblado de gente con la que es fácil sintonizar porque te entiende y la entiendes, porque es culturalmente como tú y tiene tus mismas ideas y tus mismos problemas. Los portugueses han tenido un pasado glorioso, como los españoles, y, como los españoles, tienen un presente difícil y un futuro lleno de nubarrones.
                 El pasado glorioso de Portugal, precisamente, está presente por todas partes. La presencia del pasado en el presente resulta en cierta manera antinatural y agobiante, algo que suele suceder a las sociedades que no se resignan a dejar de ser lo que fueron. A mi juicio, es un lastre importante para enfrentarse al futuro. Lo fue para Portugal, que quiso ser una potencia colonial cuando ya no había más colonias que las suyas y desangró a su sociedad mandando a sus hijos más jóvenes a unas guerras sin sentido y obligándolos a realizar un servicio militar de cuatro años en la mejor etapa de su vida, y lo es para todas aquellas sociedades o individuos que tienen más recuerdos que ilusiones.
                 Nuestro viaje ha coincidido con el puente del Día de Andalucía, que según el artículo 3 del Estatuto de Autonomía de esta Comunidad Autónoma es el 28 de febrero. Este Estatuto, que fue aprobado en un referéndum al que acudió a votar un exiguo 36,28% del electorado, incluye un amplísimo preámbulo que recoge párrafos como el siguiente:

La interculturalidad de prácticas, hábitos y modos de vida se ha expresado a lo largo del tiempo sobre una unidad de fondo que acrisola una pluralidad histórica, y se manifiesta en un patrimonio cultural tangible e intangible, dinámico y cambiante, popular y culto, único entre las culturas del mundo.
                 De ese batiburrillo de ideas, “único entre las culturas del mundo” es lo único que se entiende. En realidad, todo el preámbulo es un intento de justificar el hecho diferencial, que, según  parece, hunde sus raíces en lo más remoto de la Historia:

Andalucía, a lo largo de su historia, ha forjado una robusta y sólida identidad que le confiere un carácter singular como pueblo, asentado desde épocas milenarias en un ámbito geográfico diferenciado, espacio de encuentro y de diálogo entre civilizaciones diversas. 
                   Lo que viene a decir que eran andaluces todos los que a lo largo de la Historia han vivido en lo que ahora es Andalucía, como los tartesos, los romanos, los visigodos y los árabes, y que todos ellos vivieron en paz y armonía, cuando la realidad es que ninguno de ellos tenía conciencia de Andalucía como pueblo, sino conciencia de que eran tartesos, romanos, visigodos o árabes, y la realidad es que unos invadieron a otros, y que sobre el territorio que hoy es Andalucía ha habido unos cuantos años de tolerancia hacia el diferente y muchos más de intolerancia hacia el diferente o incluso hacia el igual que pensaba de otro modo. En fin, que ni Séneca ni Trajano eran andaluces, sino romanos, ni lo fue Averroes, que pertenecía al contexto social de Al-Ándalus, que se ubicaba en un ámbito geográfico distinto del actual y poco tenía que ver con la cultura andaluza de hoy.
 La Historia de Andalucía no es la Historia del pueblo andaluz, sino la Historia de los distintos pueblos que a los largo de los siglos han ocupado lo que ahora es Andalucía. No creo que para configurar un proyecto común, la Andalucía salida del Estatuto, haya que echar mano del pasado, sino de la voluntad. Un proyecto es, por definición, una operación de futuro. En el futuro es donde deben estar los espacios de encuentro y los diálogos entre civilizaciones diversas. Todos los días vemos en los telediarios a lo que conduce la manipulación política de la Historia y la agrupación de los individuos en pueblos y naciones: al levantamiento de fronteras, a la disgregación de esfuerzos y al odio hacia el diferente.


No lo puedo remediar, igual que me da cierto repelús eso de pueblo vasco o pueblo catalán, me da cierto repelús lo de pueblo andaluz o pueblo español. Yo prefiero que la gente sean individuos antes que miembros de una colectividad, y que se consideren también miembros de una colectividad más amplia. Los andaluces, que se consideren también españoles; los españoles, que se consideren también europeos, y los europeos, que se consideren llamados a liderar un proyecto mundial de paz y de tolerancia.
 Fuimos el 28F a Lisboa, en fin, un lugar hermoso y cercano al que siempre me gusta volver. Y no debimos pasar fronteras, ni cambiar moneda. Hablamos en el autocar y durante las comidas, vimos un poco de la ciudad y de sus alrededores (no tanto como para quitarnos la ilusión de volver pronto) y practicamos el noble ejercicio de la amistad.